22 abril, 2010

el amor que no ha fructificado, a veces es el mas bonito

Andaba viendo a Buenafuente el otro día y tuve la suerte de que el invitado de aquella noche se trataba de una persona que siempre me ha interesado un montón. No es muy conocido, es decir no es un famoso al uso o una cara reconocible por la mayoría del público, se trata de Albert Espinosa.

Para los que desconozcáis a esta persona, os diré que se trata de un actor, guionista, escritor…, alguien muy polifacético, entre otras cosas y quizá la más reconocible sea la de ser el guionista de Planta cuarta, película española que versa sobre la vida de niños enfermos de cáncer en un hospital. Tiene una peculiaridad esto y es que esa historia es autobiográfica ya que el susodicho sufrió en sus carnes dos cánceres diferentes cuando era niño y tiene una pierna amputada, herida de guerra de su lucha contra el cáncer.

Presentaba un nuevo libro que ha escrito y del cual estoy detrás, porque cualquier persona que haya escuchado a hablar a esta persona se queda enganchado a la sencillez, inteligencia, positivismo que emanan sus palabras. Es de las personas que no te cansas de escuchar durante tiempo, que de todas las experiencias que habla ve su lado positivo, que no se regodea en su sufrimiento ni cae en el victimismo si no que se ríe y hace reír, esa gente necesaria, porque ha luchado y porque ha vencido, porque no llora por lo pasado si no que sonríe por lo que le pueda ocurrir en el futuro. Si podéis seguirle la pista hacedlo, merecerá la pena.

Me gustó toda la entrevista, pero hubo una frase que se quedó grabada, “El amor que no ha fructificado, a veces es el más bonito”.

Y es que últimamente, en mi faceta de escuchador de gente se repite constantemente la misma problemática, la existencia o ausencia de pareja (amor). La primavera debe de ser, me digo a mi mismo, o la edad, la cual ya nos pide quizá alguien con quien compartir nuestro tiempo, vivencias o ratos de cama. Y están los que están contentísimos con lo que tienen, los que empiezan ahora y emanan intensidad, los que buscan y no encuentran, incluso los que no buscan. Cada cual tiene sus dudas diferentes a las de los otros y sin embargo muy parecidas. Lo que es el denominador común es que es eso aquello que quieren transmitir, que ocupa sus pensamientos y su tiempo, por lo que se convierte en lo más importante, aunque no lo quisieran muchas veces.

Como decía el verso de Kirmen Uribe, ven y pondremos verdes a los vencedores, no lo haré porque me alegro de los vencedores en estas lides, sin embargo quiero centrarme en los que aún no han triunfado, porque son los que me interesan.

Veo gente a mi alrededor desorientada, algunos por ejemplo, porque después de mucho tiempo han roto una relación y no saben qué hacer, intentan volver a la normalidad de una vida sin pareja, de la falta de rutinas, de querer romper de forma drástica con una forma de vida que le recuerda aquello que ya no tiene, de volver al mercado y sentirse desubicada, de seguir queriendo a una persona que no quiere querer…es duro, muy duro, seguro que lo es.

Luego está la persona que ha decidido quien debe de ser su pareja, pero que no le corresponde. Este es un caso diferente, porque no vive de recuerdos si no que vive de ilusiones y las ilusiones son sueños, no son realidad, con lo cual pueden ser más bonitos pero si no se cumplen suelen ser muy dolorosos. Su vida pasa sin ningún tipo de peso, no hace nada que no sea aquello que la otra persona pueda ver como un detalle, como un signo de querer estar con ella. Se aliena en cierta forma, se “convierte” un poco en la persona que sabe que le gusta a su posible, se olvida de quien es, de que hacía normalmente y de la gente con la cual lo hacía, es Napoléon intentando conquistar el mundo, el objetivo le aleja de la realidad, el mal que pueda producir a sus cercanos son simplemente efectos colaterales, que son justificables porque el objetivo es tan supremo que el resto es vulgar. Esto es peligroso a veces, porque Napoleón acabó derrotado y solo en una isla, sin su objetivo conseguido y perdiendo mucho más que el mundo que quería conquistar. No se explica porque no ve las virtudes que le hacen único, no entiende porque no la elige a ella antes que a cualquier otra persona, no es objetivo, no lo quiere ser, no lo necesita y no quiere. A estos amigos o conocidos que me lo cuentan o que me piden opinión, me encantaría saber que decirles, pero no lo sé, es más dudo que haya respuestas y si las hubiera posiblemente no serían las que quieren escuchar por lo cual nunca les van a ayudar. Lo único que se puede hacer es quedarse a un lado, apartarse sin irte, porque es su guerra y poco puedes hacer, esperando o bien a que sea la persona más feliz al conseguirlo o tener la mercromina preparada para el golpetazo que se pueda dar. Para estos una frase muy bonita: “arrastro conmigo una cadena de sueños…ojalá te suelte y se te cumplan”

Otro perfil que se da en ciertas ocasiones es el de la persona que directamente reniega del amor, este es un caso que siempre me ha parecido harto curioso, porque aquel que reniega del amor ha tenido que saber que es el amor y si ha sido el del bueno, me resulta muy difícil creer que no quiera repetirlo, se puede haber equivocado de persona pero no creo que se equivocara de sentimiento. Por lo que siempre he pensado que no deja de ser un estado de locura transitoria y sanable así que intento mitigar su desazón pero con el sentimiento interno de no preocupación ya que es resoluble en un período, muchas veces no muy largo.

El último de los casos que se me repite en cercanos es el de querer enamorar o enamorarse, el de tener una predisposición a ello y no saber qué hacer para solucionarlo. Viven en un estado de ansiedad difícil de controlar, es un caso parecido al del enamorado, pero sin objetivo concreto lo cual, es menos doloroso y menos costoso en tiempo y pensamientos, pero que estresa sobremanera las mentes. Cualquier persona puede ser un objetivo, por lo que se muestra constantemente, exagera su forma de ser, sus virtudes, hace mil cosas, está en mil sitios, anda desbocado, a veces se enmascara de salido o perseguidor de la mayor cantidad de parejas posibles como casting de lo que realmente quiere, una y solo una, una persona a la que dedicar todo aquello que no puede compartir con nadie, a la cual agasajar con regalos, con cenas bonitas, con la cual ver una película abrazados, con la cual pasar una noche de pasión y una mañana de descanso, un compañero, un amante, un todo.

Lo que une a todos estos casos, es el ser querido y querer, como refutación de nuestra propia manera de ser, por eso nos duele y mucho nuestra situación, porque cuando alguien no quiere estar contigo, implícitamente lo que nos dice es que nuestra forma de ser no le vale y eso es lo que no podemos asimilar o cuando menos nos cuesta. El amor es egoísta, cuando estamos con alguien estamos felices con esa persona, pero en el fondo estamos felices con nosotros mismos, le valgo, existe la persona en el mundo a la cual mi forma de ser, mi físico, mi visión de la vida, todo le vale, le vale y a mí me vale la suya. Pero cuando no tenemos a alguien al lado de lo que dudamos es de nosotros mismos y eso es muy duro, mas a estas alturas de la vida que ya sabemos más o menos como somos y nos gustamos, porque ya somos así y es producto de años de formarnos como personas.

Si hubiera respuestas las pondría aquí, pero no las tengo, paciencia es la única fórmula, paciencia, sólo espero que todo el que busque encuentre y el que haya encontrado que le dure, el único consejo que me gustaría dar es que, no elijamos al primero que pase, que no nos conformemos, que esas ganas no nos hagan conformistas, que cada uno valemos un montón y que debe ser otra persona que valga mucho la que nos disfrute, que las prisas son malas consejeras y que sólo hay que esperar y saber discernir que personas valen la pena y cuáles no, porque si nos equivocamos, además de haber perdido el tiempo, podemos perder cosas que no deberíamos perder nunca, amistades que luego no vuelvan, momentos que no podrás vivir nunca más y estas cosas si podemos conseguirlas todos los días.

Llegando a este punto, mi familia y amigos estarán pensando que en qué grupo estoy yo. Pues bien, estoy en un punto en el cual no tengo amor ni cariño para nadie en estos momentos, me lo he gastado todo, me lo gasto en mis peques del baloncesto, me lo gasto en los besos de mi madre y mi tía este fin de semana, en las conversaciones con mi padre y mi tío, en desayunar con Fidel y Fernando un jueves santo, en un sábado con Peni y Jalbert, en saber que renuevan a Chema, en jugar al Catán con Posti y compañía, en saber que es de la vida de Cris por León, en no saber cómo pedir perdón a Manu por mi ausencia, en pasármelo genial con las zarinas zamoranas, en que Domin me pida minutos cada vez que me ve, en hablar en inglés con Michelle, en ver a menudo a Mariano, en echar de menos a Aspi, Barru, Mario…, en hablar con Carol de su culo gordo, en ver fotos de mis primillos creciendo, en ver la baba cayendo de Carmen hablando de su sobrina, en ver baloncesto del bueno y del malo, en leer y en escribir, en tantas cosas y tan plenas todas que ni con todo el tiempo del mundo como tengo me da la vida.

Como tengo todo esto y muchas más cosas en mi día a día, no me preocupa quien me acompaña, seguro que llegará.



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