15 febrero, 2010

San Valentín

Otro finde bueno, no me puedo creer que suerte tengo, cuanta gente buena tengo a mi alrededor, sea la que sea cada vez, nada espectacular pero todo pleno, gracias, de veras que me siento cada día de mi vida un privilegiado, no porque lo tengo, si no por las personas que me rodean o con las que me encuentro de vez en cuando.

No voy a dar un discurso de San Valentín y no porque no se me ocurran mil cosas, pero no procede, hablar del amor el día del año que todo el mundo nos lo recuerda está bien pero no tiene magia, como los regalos que cuando son esperados, gustan pero les falta algo.

No obstante me gustaría contaros un recuerdo de este día.

La primera vez que me declaré a una chica fue un día de San Valentín con rosa en mano, yo era un niño pero ya apuntaba maneras de soso y ñoño, que le vamos a hacer. Dijo que si y aunque no sea muy pro San Valentín, siempre se me escapa una mirada nostálgica a aquel año en estos 14 de febrero, se llamaba Marta y era guapísima, sigue siéndolo, aquel día fue el primero que superé el miedo que todos tenemos y por eso mi memoria no sólo no lo olvida, si no que lo recuerda y lo recrea. Que fácil era cuando no sabíamos nada, que bonita la inocencia, que cara de ilusión puso aquella chica, que difícil olvidar lo que vale la pena recordar...

A la que fue la primera y a la que ha sido la mejor, es decir, las más importante, las "engañé" con flores, así que igual no es tan estúpido regalarlas...

Como el día de los enamorados tiene un fallo de concepto gordísimo y es que se ha convertido en el día de las parejas, dejo un video para aquellos que están enamorados pero que no tienen pareja, porque esos si que se merecen regalos, porque esos si se merecen un beso de su amada, porque esos si sufren por amor y este día les escupe a la cara que su amor, no es correspondido. Va por ellos.

Escuchad la canción y si es necesario, jugarosla.






09 febrero, 2010

Mi padrino Fred Astaire

Aquí estoy de nuevo, siento esta ausencia prolongada, no ha sido buscada, andaba de sequía verborreica, se que sabréis perdonarme.

Ando aún en una vorágine indescriptible de sensaciones y sentimientos que, quizá no he asimilado aún, ha sido un gran fin de semana, más allá del hecho de coincidir con mi onomástica. Viernes en Santander con mi familia, con mi tía, con mis padres, con mis primos y primillos…tan bonito que, como bien sabéis los que seguís este rincón, las palabras no llegan para describirlo. El sábado reunió a un enorme grupo de “payasos” también conocidos como amigos, de los que nos juntamos cada vez con menos frecuencia y de los que se disfruta y mucho. Dejaré algún retazo en forma de fotografía, pero al igual que antes, las palabras no valen, el que lo vivió lo sabe.

Pero fuera de todos estos eventos que me han ocurrido y que igual algún día abordo con mayor detenimiento, cuando, como he dicho, lo consiga asimilar y ver en perspectiva. Me ha ocurrido un hecho que pocas veces me ha sucedido en mi vida, es más, en mi corta memoria, no recuerdo con tanta claridad, el haber vivido una situación tan peculiar, bonita y excepcional como la que he podido observar este fin de semana.

Haré una situación de lugar, antes de explicar o describir que fue lo que he vivido. Fue el viernes 5, en el hospital en el cual mi tía se hallaba ingresada, allí andábamos la familia pasando y permaneciendo, haciendo las horas más amenas a la convaleciente. El protagonista del acto fue mi tío Manolo a la sazón mi padrino. Mi tío Manolo es un ser al cual yo siempre he admirado, incluso he querido imitar o parecerme a él a lo largo de mi vida, es una persona culta sin caer en la pedantería ni en el conocimiento como ejercicio mental, si no como forma de ser consciente del mundo que lo rodea, lector voraz, muy voraz, facultad que yo siempre he envidiado. Goza de una educación digna de colegio privado de curas, pero no distante, al contrario, muy cercano, con gracias y dichos para todas las situaciones, veloz de mente, pero siempre prudente, no hiriente, sensato, prudente. Rasgo fundamental de su personalidad es la humildad, no le recuerdo un gesto de altanería, de superioridad, ni intelectual ni moral, aun con posibilidades de hacerlo. Aún recuerdo cuando en una visita fugaz, con no más de 16 años, asistí a una comida familiar en presencia de mis primos y tíos, me sorprendió sobremanera cuando mis primos andaban en una discusión acalorada (son muy dados a ello), con algún tema de actualidad, no lo recuerdo bien ,pero posiblemente fuera de política, después de 30 minutos de intercambio de opiniones, a veces sazonadas con subidas de tono para dar más énfasis a la situación, uno de mis primos intentó que mi tío tomara parte de la misma posicionándose en uno u otro bando. La respuesta de mi tío, la tengo marcada a fuego, dijo: “No lo sé”. Se zanjó la discusión.

No parece nada del otro mundo la contestación, pero tiene una amplitud mucho mayor de lo que pueda parecer, como he dicho mi tío es una persona muy culta, muy formada e informada, tiene una opinión establecida para casi todos los temas de los que se pueda hablar, una opinión coherente y que nunca niega a exponer. Lo hace sin aspavientos y con la intención, no de sentar cátedra si no de exponer su punto de vista sobre el tema, siempre argumentado, siempre coherente. Ese “no lo se” decía mucho, significaba que todos aquellos gallos en pelea verbal estaban opinando de un tema que desconocían y del cual su conocimiento era el mero de lo leído un rato antes en un periódico o visto en las noticias. Es decir, como hacemos todos defendemos posturas que ni siquiera entendemos o que no tenemos formadas. Yo era un peque y no hablé en toda la comida, pero esa frase y esa situación me dejaron marcado, a día de hoy lo recuerdo, cuando me estoy metiendo en camisa de 11 balas sin venir a cuento. Porque con la de lecciones de sabiduría que he recibido de mi tío, aquella en la cual proclamó “no lo sé” es la mayor que he recibido.

Una vez presentado al protagonista y el paisaje, situaré el hecho. Cuando he permanecido en la habitación del hospital , durante ese tiempo y sobre todo cuando he coincidido con él fuera de allí, he encontrado a mi tío evadido, dubitativo, pregunta todo constantemente, consulta con mi madre que hacer, con sus hijos, no sabe donde permanecer o donde quedarse quieto, se le olvida comprar la prensa el sábado, cosa impensable en él y así infinidad de detalles que jamás le había visto ni por separado siquiera. No es extraño me decía a mi mismo, su mujer está convaleciente de una operación de una enfermedad que suena fatal, es lógico que hasta uno de mis súper hombres de los que, como mi padre nos les he descubierto jamás sus debilidades, tenga miedo. No le di más importancia, que el hecho peculiar de descubrir a mi tío como nunca lo había conocido. Pero entonces hubo un momento en el que en esa habitación de hospital, el se acercó a su mujer, a su compañera, a la madre de sus hijos, a su amor y se sentó al lado, la cogió de la mano e incluso, como un adolescente, la acercó los labios reclamándola un beso, que mi tía no dudó en darle. Se le fijó una sonrisa de felicidad en la cara y se reclinó en la butaca, asiendo la mano con fuerza, protegiéndola, haciéndola sentir su presencia. Su rostro se le relajó, empezó a hablar con la soltura que suele hacer, sin trabarse, como le había ocurrido un rato antes en casa, volvió a ser él, durante ese rato en el que agarraba la mano de su mujer como si nunca lo hubiera hecho. Estaba viendo amar.

No recuerdo haber presenciado jamás el amor como lo vi y reconocí en esos momentos, no dije nada, pero sabía que estaba ante eso, puro amor, no había flores, ni besos lascivos, ni sonaba música romántica, no había velas, ni viajes al extranjero, ni siquiera olía bien, los hospitales y su olor… el miedo de mi tío que lleva semanas aturdiéndolo, dejándolo insomne, desorientado, con solo la posibilidad de que la persona que ha compartido su vida se pueda ir, parece que lo mata a él y todo ese miedo desaparece cuando su amada le agarra la mano, sabe por primera vez en su vida que, no puede protegerla y no logra, quizá, superar esa impotencia, que haría lo que fuera por curarla, pero que no depende de él. Esa mano entrelazada le dice que sigue protegiéndola, que se siente protegida y eso le reconforta y le vuelve a la vida. Eso es amor, es expresar de la forma que sea: “Te protegeré” y que la respuesta sea: “Me siento protegido” y cuando no podemos proteger a la persona que amamos o no necesita de nuestra protección, nos sentimos un poco muertos, nos hace sentirnos inútiles, nos hace humanos, no sabemos como actuar, estamos aturdidos, dudamos de todo, vivimos en una zozobra continua ¿quien no ha sentido esto alguna vez?. Por eso cuando estamos enamorados no necesitamos certezas, ni verdades, ni vemos la realidad, de hecho ni nos importa, le estamos diciendo a nuestra compañera: “Déjame protegerte”. Mi tío protege a mi tía desde hace muchísimos años y mi tía se deja proteger y viceversa, por eso se que vi amor, del bueno, del que se envidia, del que se admira, del que te hace soltar una lágrima, del que se vive y se respira.

Me costó dormir esa noche recordando ese hecho y eso que el día anterior apenas había dormido 3 horas y me venía a la cabeza una frase de una película, “El hijo de la novia”, película bonita donde las haya, hay una escena preciosa en la que están Ricardo Darín, con Natalia Verbeke y los dos actores que hacen de los padres de él, están en el mismo restaurante en una mesa cercana, su madre con Alzheimer que no recuerda nada y él le da la sopa, entonces Ricardo Darín dice una frase: “Es como verlo bailar a Fred Astaire, parece tan fácil…”. Aquí lo pongo sale en el minuto 3:20 pero vez la escena en conjunto.

A todos nos encantaría saber amar y amar bien, todos pensamos que tenemos esa habilidad y esperemos que sea así, pero a veces no es tan fácil, por eso me sentí como un privilegiado de haber visto lo que vi el pasado viernes. De veras, que parecía tan fácil… mi tío bailó como Fred Astaire.

No te preocupes tío, no se nos va a ir, entre otras cosas, porque tú la proteges.

Dejo algún trocito más de la película, porque por supuesto he tenido que volver a verla por 5 vez.