18 octubre, 2010

Ilusión y trascendencia

Ya hacía mucho tiempo que no cumplía por aquí, mucho tiempo, soy consciente de ello, quizá como buen melancólico, el verano no sea mi mejor época para dejar que las palabras me broten, una vez ha llegado mi querido otoño el ambiente me es más propicio. Gracias por vuestra paciencia, quizá no la merezca, por eso creo adecuado el agradecimiento.

Tengo la intención de hilar más de un tema en este artículo, lo cual espero no embarulle las ideas ni me pierda en mil divagaciones, intentaré hacer lo posible.

Me apoyaré en algún video, para intentar situar un poco el contexto de lo que escribo y porque son videos que creo son dignos de ver.

Quiero reflexionar sobre dos conceptos, a mi entender, muy importantes: "Trascendencia e Ilusión". Cada uno de los videos está dedicado a cada una de las palabras.


Ilusión

El video es un fragmento de la última entrega de los premios goya, en concreto la parte donde se le hace la entrega del goya de honor a Antonio Mercero, aquejado de Alzheimer. Además de ser un momento bonito y emocionante hay una frase que en su momento se comentó bastante y que posiblemente muchos hayais oido, la pronuncia uno de sus hijos "Ha visto cantando la lluvia unas 500 veces, yo creo que la única cosa buena que tiene el Alzheimer es que puedes ver cantando bajo la lluvia 500 veces siempre como si fuera la primera vez". Ved el video, merece la pena.






Trascendencia

Que decir de este video, se presenta solo, una de las escenas más míticas y famosas de la historia del cine, la escena final de Blade Runner. Si por casualidad hay alguien en la faz de la tierra que no la haya visto y encima esta leyendo esto, que la disfrute y le aconsejo que vea la película entera.






Antes de proseguir, me gustaría decir que uno de los asiduos lectores de este blog, o por lo menos lo era, y amigo, esto si sigue siendolo seguro, es un devoto incondicional de esta película, una de las primeras veces que tuve el placer de compartir copa y conversación con el, tuvimos una apasionada conversación sobre la misma, sigo recordándola. Pues me gustaría decirle que lo que diré a continuación de mi interpretación sobre esta película, es una mera opinión y muy modesta por otra parte, que no me tire a los caballos ni maldiga mi nombre. Espero no cometer un sacrilegio con mi forma de verla y analizarla, aunque también diré que hoy es el día, muchos años después, en el que no hay un quorum sobre las interpretaciones de esta película, por lo que mi opinión la creo válida y si no, me acogeré a la máxima que dice: "Las opiniones son como los culos, todos tenemos uno"

Creo que en la película y más en concreto en la escena que he puesto, una de las ideas principales es la de trascender, según la RAE 2. intr. Dicho de algo que estaba oculto: Empezar a ser conocido o sabido. 3. intr. Dicho de los efectos de algunas cosas: Extenderse o comunicarse a otras, produciendo consecuencias. 4. intr. Estar o ir más allá de algo. Creo que es un anhelo humano, el trascender, el ser alguien, el no ser uno más, un número o uno más de un rebaño de iguales, no a nivel público si no en su día a día, con sus conocidos, familiares y personas de nuevo conocimiento. Y yo creo que es lo que reclama el replicante, dejadme ser como un humano, que se me valore o juzgue por lo que haga, quiero permanecer, quiero que se sepa que he hecho, las importantes las que me hacen especial, diferente del rebaño, yo he visto cosas que no creeríais... quizá salvando la vida de Harrison Ford, trasciende, alguien sabe que hizo algo extraordinario, es más, lo sabe su enemigo. Porque si no trasciende, sus hazañas, su vida, sus logros, sus errores, no tendrán sentido, se irán, como lágrimas en la lluvia... Me gusta mi propia visión de esto, aunque no fuera la cierta, si es que hay alguna, por lo menos es coherente y hasta pega, así que me vale.

El único defecto de un ser humano como especie, es que muere. Con lo cual empezamos una partida que hagamos lo que hagamos, perdemos, aunque la juguemos perfecta y eso es jodido. Quizá por ello, nos afanamos en vivirla, cada uno a su manera, con diferentes objetivos, preceptos y resultados, pero la vivimos. Y todos esperamos que sea la mejor vida a la que podamos optar, la que vivamos y disfrutemos y aunque todos soñamos con otra vida o con una vida mejor o con nuestra propia visión de lo que sería una vida perfecta, vivimos nuestra propia vida, sólo la nuestra, así que hacemos que sea única, especial y diferente a la del resto. Y como un bebé cuando no sabe que hacer ante una situación, busca con su mirada la aceptación o negativa en los ojos de su madre, nosotros estamos en una continua búsqueda de esa aceptación, esperamos que el resto vea como buena, mi propia la vida, la que forjo con mi forma de ser y mis decisiones. Porque como bien decía un fragmento de "La insoportable levedad del ser": "Nuestra vida tiene un handicap importante y es que sólo la vivimos una vez, no la ensayamos antes, cada día es otro día diferente, no hay guión, por lo que no podemos ni preveer ni arreglar nuestras decisiones, para ser perfecta la vida debería vivirse varias veces y así no cometer los errores de las anteriores" (No son las palabras originales pero si el halo de lo que exponía). Esa premisa hace que como no podemos repetir nuestra existencia, tengamos que hacer buena esta, la que tenemos.

Pero la mortalidad nos plantea un problema y es que quitando un hippie comunista del año 0 aproximadamente, nacido en Belén y muerto en una cruz, no vamos a resucitar y seguir viviendo, así que buscamos la forma de perpetuarnos en el recuerdo, de encontrar nuestra "inmortalidad", no físicamente ya que los cementerios y esquelas nos recuerdan que no vamos a ser los segundos en no pasar por el amargo trámite, si no como idea, como recuerdo, como yo. Hay una frase que imagino hayais oido, "Sigue vivo en el recuerdo de la gente". Y eso es lo que buscamos, yo pobre mortal, sabiendo que mi madre no es virgen, mi padre no es carpintero y que en mi cabeza en vez de una corona de espinas hay una escasez manifiesta de pelo, también la busco, no como objetivo si no como consecuencia de mis actos.

Y por eso nuestra personalidad es única, nos parecemos a otros ya que como animal social pertenecemos a un montón de grupos, color, nacionalidad, costumbres, gustos, formas de vestir, gustos, etc. pero dentro de esas generalidades nos matizamos e incluso nos diferenciamos del resto y lo hacemos saber, nos presentamos y nos describimos, soy yo y soy así. Elegimos que personas nos gustaría que sepan quien y como soy, nuestros amigos, familia,etc. y a esos además se lo demostramos con hechos, buscamos su aceptación y nos quedamos con aquellos que nos aceptan y a los cuales importamos, nos quedamos con los que, de la forma que sea, les trascendemos.

El amor quizá sea el mayor exponente de esto, porque a los desafortunados que no somos los mejores en algo del mundo, para nuestro ser amado somos el más importante en alguno o muchos ámbitos de su vida, por fin logramos lo que buscabamos, alguien valida nuestra vida, nuestra forma de ser, la miramos a los ojos como el bebe de antes y su respuesta es Si, haces lo correcto, porque tu me vales, tu me trasciendes. De ahí quizá la frase de una vida sin amor no es una vida. Por supuesto no me refiero exclusivamente al amor de pareja, hay muchos formas de amar y ser amado, el amor materno y paterno, por ejemplo.

¿Que es una infidelidad? Un letrero gigante que lees y pone: "No eres el mejor, ya no" y no soportamos la idea de que nuestro yo no sea el más valido en esa persona que para ti si lo es. ¿El rechazo de un amor? "No lo serás nunca" y eso es lo que nos mata, que no nos aceptan como alguien exclusivo y válido, en el fondo, no validan nuestra forma de ser y nos crea dudas sobre nosotros mismos, como posiblemente ningún otro acto lo pueda hacer.

De una u otra forma queremos trascender, como amigo , como jugador de baloncesto, como hijo, como ingeniero, como pareja, como jugador de mus, como experto en vinos, como cualquier acto que realicemos en nuestra vida, porque si no, nuestro yo pierde importancia, nuestra vida pierde importancia, pasa y se va, como lágrimas en la lluvia...


Aparco por el momento este tema y vuelvo al video de Antonio Mercero y al concepto ilusión. "yo creo que la única cosa buena que tiene el Alzheimer es que puedes ver cantando bajo la lluvia 500 veces siempre como si fuera la primera vez", escribí hace tiempo un artículo, que es uno de mis preferidos y en el cual hablaba de mirar las cosas, la vida, con ojos de niña pequeña, que en el fondo es algo parecido a lo que dice la frase, como si fuera la primera vez. Que todo nos sorprenda, que todo nos resulte espectacular, bello o único. Me encanta y envidio a la gente que es capaz de sorprenderse casi continuamente, me parece un don y prefiero a los ilusos que a los resabiados, porque no debe haber cosa más aburrida que no ilusionarse con mil millones de cosas al día. De hecho el extremo opuesto, son las rutinas, las malas y sabemos que nos son perjudiciales, porque son las rutinas las que nos hacen tomar muchas decisiones en la vida, sobre todo los cambios que son las decisiones más traumáticas que tomamos, ya que los cambios son las decisiones aquellas que no sólo revertirán en nuestro futuro si no que, a veces, invalidan nuestro pasado.

Las ilusiones, ya no como hechos cotidianos, si no como referentes, es decir, objetivos de mi vida, tengo la ilusión de ser astronauta, por ejemplo, son el motor de nuestra vida. Sin objetivos morimos, sin ilusiones morimos. Como decía Eva Hache en un monólogo buenísimo, me he enterado de que la gente trabaja por dinero. Trabajo para ganar dinero, con el dinero comprarme un coche para poder ir a visitar a mi novia, para poder enamorarla y que se case conmigo y que una vez casados tengamos hijos. Objetivo: Tener hijos con mi novia. Y así podemos sacar infinitos ejemplos, en los cuales habrá diferentes medios para conseguir algo , un objetivo. Todo lo que hacemos en nuestra vida tiene algún objetivo, por supuesto, no hay un objetivo único, si no muchos, cada uno nos decantamos por unos u otros y además pueden ser modificados, cambiados o suprimidos.

No hay mayor fuerza en la naturaleza, exceptuando Chuk Norris, que la determinación humana cuando tiene un objetivo claro que alcanzar. Hemos evolucionado y progresado porque ha habido uno o muchos a la vez que se han empeñado en ir consiguiendo cosas. Hemos llegado a la luna(creo), podemos hablar con alguien que esté lejísimos nuestro incluso verlo o transplantamos un corazón de una persona fallecida a otra. Pero cada uno de nosotros hemos hecho cosas increibles por un objetivo, pensadlo, cada uno tendremos las nuestras. Incluso hay gente que ha perdido o dado su vida, por conseguir un objetivo, del cual no podrá disfrutar. Las ilusiones son el motor de nuestra vida y como motor lo debemos tener engrasado y a punto.

No me explayaré más con esto, el artículo al que antes me refería, creo que refleja muy bien el tema de la ilusión.

Me encantaría ver cantando la lluvia 500 veces como si fuera la primera vez, me encantaría verte acostada a mi lado cuando me despierto todos los días, como si fuera la primera vez.



Tengo miedo, es como describiría mi estado de ánimo actual, aunque no lo defina correctamente. Es una mezcla de incertidumbre, miedo, desconocimiento, zozobra... hace ya mucho tiempo decidí parar, bajarme en marcha de mi propia vida. A nadie le he contado porque decidí tomarme este tiempo sabático, no con exactitud, ha habido a ciertas personas que lo he intentado, pero ni conté todo ni posiblemente sepa al ciento por ciento el porqué. Quizá no lo he hecho precisamente porque primero quería saberlo yo para poder explicarlo y sinceramente a día de hoy sigo sin saberlo. Pero después de este tiempo, creo que el principal motivo fue que dejé de tener mi vida llena de ilusiones y muchas de las que tenía no me gustaban. Mi vida eran un montón de rutinas y mis ojos no eran de niña pequeña y yo soy un niño, necesito ilusiones y objetivos, los necesito y no los encontraba. En mi vida de entonces había cumplido muchos de mis objetivos de mis últimos años y los objetivos son de un solo uso, cuando los consigues necesitas nuevos.

No soporto la idea de vivir por vivir, de esperar a que me vayan ocurriendo las cosas, yo las quiero elegir, yo las quiero vivir, quiero exprimir esta vida que es la que tengo. Dejé de trascender, en muchos casos por culpa mía, dejé de trascender en la vida de mi familia como debería, dejé de trascender en la vida de muchos de mis amigos de siempre, dejé de trascender como jugador, entrenador o lo que sea de baloncesto, dejé de trascender como monitor de enanos, estaba dejando de ser yo. Me estaba despersonalizando, cada día era menos esa persona que he forjado y por la cual me recuerdan mis amigos, familiares y conocidos. Y esa sensación, cuando fui consciente, fue algo que no pude soportar. Igual la decisión no fue la correcta, pero era la que necesitaba, a día de hoy no lo sé y dudo que algún día tenga la certeza de si lo fue o no.

He tenido una suerte bestial en mi vida, creo que lo he dicho más de una vez, de veras que me siento una persona sobreafortunada, fuera de pedanterías ni egocentrismos, sin ser nunca el mejor he destacado en casi todos los ámbitos de mi vida, o por lo menos he luchado por que fuera así. Destaqué en el colegio en mis estudios, destacaba en baloncesto como entrenador y jugador, destaqué en mi vida universitaria en lo que en la residencia de estudiantes se refiere, destaqué en mis dos trabajos y así otras facetas de mi vida. Cuando digo destacar no me refiero exclusivamente al hecho de ser bueno en algo, no tampoco eso, pero no dejaba indiferente, no se exactamente como explicarlo, pero creo que la gente que me conoce entiende lo que quiero decir. No creo que en muchas de estas cosas que he citado tuviera yo una pura incidencia directa, creo que en muchas de ellas, esa suerte a la que me refiero me hacía por lo que sea hacerlo bien.

Hace ya año y medio, en muy poco ámbitos de mi vida diaria era tan relevante como lo era antes y eso no me hace feliz. No por el hecho de ser el mejor en algo o en todo, si no por la autosatisfacción, la autorealización de hacer las cosas bien, de sentirte valorado, de cumplir las expectativas, no por reconocimiento público o privado si no por superación por lograr objetivos, por sentirme más yo. Sentía que me difuminaba.

Y después de todo este tiempo, he de volver de nuevo y es ahí donde me entran los miedos, sobretodo el de la decepción. La mía propia, pero sobre todo la de la gente que me rodea, mis amigos y familia. Me da miedo que este tiempo no haya servido, porque sentiría que he decepcionado a la gente que cuando tomé esta decisión dijo que no necesitaba entenderlo, que confiaban en lo que yo hacía. Tengo la incertidumbre de saber que pasará con mi vida pero esos son meras preocupaciones, lo que me importa y me mata es que ahora que empiezo desde parado no pueda volver a ser la persona que parecía que iba a ser, de si podré cumplir los objetivos que he descubierto este tiempo, de si mis ilusiones las podré llevar a cabo o de si con esta decisión perdí un barco o me bajé de una rueda que me podría haber llevado a todo ello.

Mi carácter y mis comportamientos en los últimos tiempos, no han sido los adecuados, pero son fruto de estas incertidumbres, no lo puedo evitar, y hasta que no empiece a rodar creo que me costará. Cuando ando así me recluyo en mi y se que hago daño o que tengo preocupado a gente que me quiere y lo siento, de veras que lo siento, pero como he dicho no puedo evitarlo, porque lo necesito, prometo volver y volveré como siempre, porque necesito sentirme mas yo que nunca y porque creo saber como lograrlo. La gente me pregunta de forma indirecta o directa queriendo saber que conclusiones he sacado después de este tiempo, sólo tengo una clara, pero creo que es la más importante, me he dado cuenta que lo importante de mi vida eran las personas de siempre, aquellas que tenía olvidadas hace tiempo, esas son las que me hacen extraordinario no lo que he ido consiguiendo y lo dejo escrito aquí, no volveré a equivocarme, porque lo que mejor hacía, lo que me hacía trascender, lo que me ilusionaba es cuidar a la gente, es querer a mi gente, se que lo hacía bien y lo dejé de hacer y nadie me lo echó en cara. ¿Ha merecido la pena este tiempo? Rotundamente si, pero sólo si no vuelvo a cometer ese error. No lo repetiré.

Así que pido una última hoja en blanco, un último tiempo de mi raro, esquivo, de llamadas no cogidas o no hechas, de mi ausencia en ciertos sitios, en cuanto mi vida se clarifique un poco, prometo compensaros estos tiempos raros. Lo siento, sobre todo por gente a la cual no se merece este trato, de veras que lo siento.

Lo siento Mamá y Papá, todo lo que pueda tener de bueno vuestro hijo lo tiene de estúpido en estas cosas.

Ahora ya tengo objetivo, tengo ilusiones y quiero seguir trascendiendo en mi vida, cuando arranque volcaré todas mis fuerzas en conseguirlos, el principal, hacer feliz a la gente que me quiere.

Porque cuando tienes un objetivo, una ilusión, la gente es capaz de hacer cosas imposibles...







Una última cosa, os pido por favor, que en este artículo no hagais comentarios.

24 agosto, 2010

mucho calor

Maldito calor, hace que de interminables vueltas en la cama y las noches se me hagan suplicios de infinitas horas con la radio de fondo. Me vienen a la cabeza una gran cantidad de cosas que escribir o cosas que decir a diversas personas, pero me incorporo, voy hasta la cocina a dar un largo trago de agua fria mientras mis ojos se vuelven a acostumbrar a la luz, llego delante del ordenador y es cuando todos esos pensamientos se me bloquean y vuelvo a verme obligado a regresar al infierno de tumbarme con la absoluta convicción de que no podré dormirme.

Ya casi deseo que llegue el otoño.

Hoy me he acordado de este texto así que por aquí lo dejo, por los locos que sigan dejandose caer por aquí.

Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las cuatro
y acabo la planilla y pienso diez minutos
y estiro las piernas como todas las tardes
y hago así con los hombros para aflojar la espalda
y me doblo los dedos y les saco mentiras.

Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las cinco
y soy una manija que calcula intereses
o dos manos que saltan sobre cuarenta teclas
o un oído que escucha como ladra el teléfono
o un tipo que hace números y les saca verdades.

Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las seis.
Podrías acercarte de sorpresa
y decirme "¿Qué tal?" y quedaríamos
yo con la mancha roja de tus labios
tú con el tizne azul de mi carbónico.

Y una canción, espero dormirme pronto antes de que empiece a amanecer...




26 julio, 2010

desde que acabó el campamento el año pasado, deseé que volvieras

Como mucho sabréis ya, he vuelto de los campamentos, un mes muy corto y muy bonito el que he podido volver a vivir.

Sería difícil para mí poner la infinidad de anécdotas vividas en estos últimos tiempos, entre otros motivos y como ya os he comentado a algunos vía correo, me quedaría sin el inmenso placer de repetirlas una y otra vez de modo particular cuando os vaya viendo a la inmensa mayoría. No por el hecho de caer en la repetición incluso en el aburrimiento de la reiteración de las mismas historias, si no por el indescriptible placer de rememorarlas una y otra vez cada vez que las relate. Me permito esta licencia por puro placer personal.

Pero me gustaría dejar parte de la experiencia vivida, es una forma de expiación personal, ya que me bombardean diariamente recuerdos que no hacen otra cosa que recordarme que son, eso, recuerdos, los puntos que he llevado durante todo un campamento, el farfán, el disfraz de hawaiano, las noches sin casi dormir, las gominolas, los besos de buenas noches, las lágrimas.., ya son solo recuerdos. Contar parte de ellos espero me ayude para superar esta rara sensación de tristeza y felicidad que me deja en un estado de semi-estupidez permanente, más aún de la habitual, me refiero.

Estábamos los monitores y el coordinador del segundo campamento, reunidos la última noche, una vez habíamos acostado a las fieras. Para los que desconozcan los rituales, suelen ser reuniones distendidas que a diario sirven para hablar sobre las actividades acontecidas y para la preparación de las del siguiente día. La última noche sirve, entre otras cosas, para la evaluación del campamento en general, un poco de autoanálisis personal y para la aprobación de los monitores en prácticas. Mientras pertrechábamos una serie de pruebas graciosas y originales a la monitora en prácticas del mismo, a modo de novatadillas como la ingesta de un sobao gigante sin la ayuda de sus manos y siendo su bebida el vinagre de un bote de encurtidos, Eduardo, coordinador del campamento, un tipo entrañable y digno de conocer, hizo una breve reflexión de la cual me ha quedado un grato recuerdo.

He coincidido en todos mis campamentos, tanto en los recientes como en los que realicé hace años con Eduardo, sin embargo nunca había oído lo que comentó ese día. Nos contó que hacía muchos años, no recuerdo si cuando le impartieron el curso de monitores a él o en uno de sus primero campamentos, una persona le dijo que siendo monitores nos habíamos ganado el cielo, pero que si el cielo no existiera, estábamos haciendo el gilipollas.

Me gustó la frase en el mismo momento que la escuché y de hecho, estaba de acuerdo con ella. Para el que no esté muy familiarizado con el tema campamentil, diré que es una experiencia única en lo personal, siempre y cuando sea de propia vocación, incluso devoción, ya que estamos ante una de esas cosas en la vida que o es muy de veras lo que quieres hacer o acabas devorado por la misma. Son muchos días de actividad constante, de falta de sueño, de 100% de exigencia continua, de responsabilidad y preocupación, de transmitir alegría en todo aquello que haces, de aguantar y soportar miles de mini problemas de peques, no te permite bajones, no te permite descanso, es duro, a veces muy duro, por lo que o vales o sufres, o lo disfrutas o lo odias. La primera vez que regresé hace ya casi 7 años de mi primer campamento estuve durmiendo casi 21 horas, sirva de ejemplo, aunque el desgaste mayor es el anímico, quien lo vivió lo sabrá, el que nunca lo haya vivido será difícil que se ponga en mi piel y es posible que me tache de tremendista, animo a los que piensen así que lo reflexionen, a ver si ellos alguna vez en presencia de algún infante, no han acabado cansados al cabo de cuidarlos durante unas horas. Ahora multiplica eso por todo el día, por 12 días y por 70 niños, igual os podéis hacer una idea.

La frase de que nos habíamos ganado el cielo y si no estábamos haciendo el gilipollas, me ha estado dando vueltas en la cabeza, ya que aunque estaba de acuerdo, no acababa de convencerme del todo. Esto de tener tiempo para pensar a veces es así de malo.

Pero tirando de memoria reciente encontré aquello que buscaba, un hecho que hacía que matizara la frase y que por fin hiciera que me cuadrara. Contextualizaré un poco el hecho.

A pesar de mi imagen de guiri en Mallorca o de mi físico contundente, los que de verdad me conocéis sois conscientes de mi sensiblería crónica, de la cual a veces he renegado y que después de mucho tiempo no sólo acepto si no que pregono y de la cual me siento más que orgulloso. Pues esta facultad me permite recordar con lujo de detalles, momentos vividos en compañía de estos seres pequeñitos, porque suelen ser proclives a las mismas. A ciertas personas las conté en su momento una anécdota que durante años me marcó y que de hecho no estoy del todo seguro no haberla publicado, sea como fuere, la pondré a continuación.

Hace ya 6 años creo, en mi último campamento previo a mi etapa laboral, una tarde me sucedió lo siguiente. Era ya uno de los últimos días de campamento, con lo que ello conlleva, un cansancio brutal y una conexión afectiva muy grande con los enanos. Volvíamos de un día en la playa de Laredo y lo hacíamos en un barco turístico que nos llevaba durante hora y media por la bahía de Laredo y Santoña, era uno de los poco momentos de relax que tenía, todos los peques a su bola por el barco y los monitores sentados agradeciendo ese pequeño descanso y esa brisa de atardecer en la cara, casi poético. En uno de esos momentos que estás como absorto, ajeno al mundo, pensando en mil cosas alejadas todas de allí, de repente esa candidez se vio turbada por el llanto de una peque, se llamaba Elisa y era una de esas que te elige el primer día como monitor referencia y está todo el campamento anexionada a ti como una lapa, como si fueras un monitor, un padre, un amigo, un todo en la misma persona. Corría hacia mí con lágrimas en los ojos y se me agarró sin poder controlar el llanto. Yo la pregunté que qué la ocurría, ella me contestó que estaba en la proa del barco y que el viento la había volado su gorra, que la habían regalado sus padres y su hermana antes de venir al campamento. No podía controlar el llanto, consciente de que no podría recuperar ese regalo que para ella era algo de lo cual no podía separarse, ya que era una responsabilidad más que un mero presente. En ese momento se me ocurrió regalarla mi gorra, se la puse en la cabeza y la dije: “Elisa, ahora esta gorra es tuya y será como la que te regalaron tus padres, no pasa nada, pero esta no debes perderla”. Levantó su cara de mi hombro y mirándome me dijo: “Vale” y volvió a recostarse en mi como un koala asido a su rama del árbol, dejó de llorar pero seguía sollozando, al lado mío tenía a dos parejas que me miraban con una medio sonrisa cómplice de qué bonita y entrañable escena estaban viendo.

Los siguientes 20 minutos Elisa permaneció agarrada a mí, era curioso como el estúpido gesto de regalarla mi gorra, simplemente con el afán de poder cortar el llanto de una enana, cosa no muy fácil muchas veces, para ella se había convertido en un gesto mayor. Recuerdo como si fuera ayer, que esos 20 minutos no dejó de apretarme, de asirse con fuerza, no hubo ningún momento en el cual simplemente permaneciera abrazada, no, estuvo constantemente en presión, prometo que lo recuerdo como si fuera ayer. Dije una vez que a mis 22 años por entonces, creo recordar, nunca había sentido tanto amor como el de aquel día, tan puro, tan noble, tan protégeme y me siento protegido, hoy es el día que posiblemente no haya tenido tal muestra de amor o no la he sentido con tanta intensidad como aquella, los adultos asociamos los recuerdos amorosos intensos a los dolorosos, aquel fue diferente.

Ya han pasado muchos años de aquello y está claro que no soy el mismo, ni parecido, pero estos pequeños seres siguen sorprendiéndome. El año pasado cuando acabé el campamento el día de llegada a Valladolid, me ocurrió también una anécdota curiosa, a la llegada suele pasar que todos los chic@s suelen romper a llorar, cosa normal en adolescentes que han vivido unos días de mucha intensidad tanto física como emocional, hasta aquí nada fuera de lo normal. Pero el que escribe, ese día se derrumbó como sólo lo ha hecho otra vez en su vida y en esa ocasión solo hubo una persona de espectador, de juez y parte de ese derrumbe. Nunca he sabido por qué me ocurrió aquel día, ya que igual que soy una persona propensa a la lágrima, tengo una cualidad que es la de controlar estos gestos en público, soy un llorón casero o en la intimidad, valdría para Borbón. Ese día se me juntaron muchos factores, que algún día igual cuento, pero que no es el momento, lo que ocurrió es que durante 45 minutos no pude reprimir el llanto ni un solo momento, hasta el momento en el cual me abracé a un amigo mucho más grande que yo y que hizo de monitor conmigo, no pude dejar de llorar, ya se habían ido todos los niños con sus padres y allí estaba yo, destrozándome los lacrimales, fue bonito para el que lo viera pero durillo para mí.

Por mor de este hecho este año iba con la sana intención de no repetir tal gesto, días atrás del último ya estaba convenciéndome de que este año, no debía volver a pasar, aguantaría la emoción inevitable que me dan las despedidas. Odio las despedidas, no las soporto y siempre las evito, sólo las permito en campamentos, pero con amigos o familia, puedo llegar a ser desagradable, porque ni sé ni quiero despedirme nunca.

Como decía tenía ya la plena convicción de que no se repetirían las lágrimas y que me comportaría como un “hombre”. Pero quizá la mejor virtud de los chicos de 12 a 15 años es que son imprevisibles y una vez más me sorprendieron.

Era la última noche y realizamos una fiesta final, con su música, sus bailes, sus refrescos, sus patatas y demás, ambiente propicio para fotos de recuerdo, bailes en grupo y lotes de novietes de campamentos. Los monitores en esa actividad somos meros convidados de piedra, somos el dj, el camarero, el fotógrafo… pero a diferencia de las demás actividades no somos protagonistas. En un momento de la misma ya casi llegando al final, un grupo de 15 chicas del cual era yo monitor junto a la monitora en prácticas del sobao gigante, hicieron parar la música y nos regalaron a ambos un obsequio, para el cual cada una había aportado su granito de arena económico. Escrito y leído no se puede transmitir la transcendencia del hecho, pero fue precioso, tuvimos que ir dando besos una por una a todas las peques y aunque emocionado contenía, no sin esfuerzo, las lágrimas, como cumplimiento a mi autopromesa. Me fui a dar una vuelta para poder emocionarme un poco a gusto.

Cuando acabó la fiesta, había comprado unos detallines para mis enanas amén de unas gominolas que son el regalo que más valoran y las estuve repartiendo. Me faltaba una chica que ya había tenido el año pasado en el campamento y la encontré en el camino a los baños, la di su regalito y ella me dijo una de esas frases espontáneas y sinceras que son muy difíciles de olvidar: “Desde que acabó el campamento del año pasado, deseé que volvieras…gracias por volver”, la mandé con prisas a la tienda, con el pretexto de que tenía que estar ya acostada, pero esa frase me descuadró y me emocionó, lo hice para evitar que viera que conseguía hacer lo que no ha conseguido ninguna de edad avanzada, sentir tanto cariño como para hacerme llorar.

Cuantas veces he soñado, que las mujeres que he querido en diferentes épocas de mi vida me hubieran dicho eso, esa frase resume el “por fin me necesites” de Benedetti o el “ya nadie me escribe diciendo, no consigo olvidarte” de Sabina. Porque es un cariño nada trabajado, no artificial, natural, en un campamento eres tu más que nunca, solo tú, es un examen sin estudiar, se te evalúa por lo que eres y por como tratas todos los días. No son cenas románticas, ni invitaciones a cines, ni vacaciones románticas, ni nada parecido. El que te aprecia es porque le gusta cómo eres, pero tal y como eres, sin personajes, sin disfraces y sentirte querido por eso es algo que no se da todos los días.

Esa frase la llevaré conmigo siempre y esa frase es la que me ayudó a matizar la frase de Eduardo: nos habíamos ganado el cielo, pero que si el cielo no existiera, estábamos haciendo el gilipollas, nos hemos ganado el cielo, pero si el cielo no existiera, MERECERÍA LA PENA DE IGUAL MODO, me ha merecido la pena y mucho.

Si alguien me pregunta si ha merecido la pena este tiempo sabático, que ya toca a su fin, aunque podré argumentarle muchas más cosas, si recuerdo los 45 minutos de lágrimas de hace un año y la frase de deseé que volvieras, diré que aunque fuera sólo por eso, mereció la pena. Mis recuerdos más importantes, los imborrables, de los últimos 3 años previos a este tiempo son casi todos dolorosos, sin embargo los más importantes de este tiempo son felices, así que si, me ha merecido la pena.

Gracias a todos peques, yo también deseé volver a veros, no os imagináis cuanto amor me llevo…



05 junio, 2010

Yo no te conozco y ya te echaba de menos

¿Mucho tiempo verdad? Si, yo también lo pienso, pero en mi cuaderno hace ya tiempo que no aparecen situaciones que desarrollar o ideas que me vengan a la cabeza y me siento a veces, delante de la pantalla blanca, y por mucho que espero, sigue quedándose blanca, demasiado blanca...

No se si es porque no tengo nada que contar, porque no se como contarlo o porque no quiero contarlo. Cada día que cierro la pantalla, sin haberla llenado de alguna palabra, de algún texto, de alguna canción, no sólo aprieto los labios con la sensación de inutilidad del que se siente seco o falto de inspiración, si no que me acuesto con una sensación rara de no poder corresponder tanta atención por vuestra parte, tan buenas palabras o tan diversas opiniones sobre lo que, otrora, escribía.

Por eso hoy pongo algo, 4 minutos robados al incombustible que todavía bucea de vez en cuando por aquí, con la fe de un devoto, esperando que "vuelva". Así que poco más que esto, os puedo ofrecer, dejaros claro que no está siendo un tiempo de impasse premeditado, si no consecuencia de una falta total de argumentos que esgrimir o pensamientos que compartir, quizá porque cuando se está tranquilo, ocupado y contento sea más dificil expresar sentimientos, no lo se, yo seguiré intentandolo...

Un video de esos muy míos, para que los amigos de análisis crítico viertan feroces críticas mordaces contra mi parte blandengue y demagoga(según ellos). Lo siento Isidro, algún día pondré Metallica o algo parecido, mientras tocan estas cosas, porque hay días que las tonterías me llegan y me hacen ilusión, como a un niño pequeño, y hoy he estado rodeado de muchos.





"me hago pequeñita...", esta semana espero poder ir a ver a la chica que me enseñó que era eso de sentirse pequeñito, porque necesito verla de vez en cuando...

"Y entonces ocurre, despiertan mis labios, pronuncian tu nombre tartamudeando, supongo que piensas que chica más tonta, y me quiero morir.

Pero el tiempo se para y te acercas diciendo YO NO TE CONOZCO Y YA TE ECHABA DE MENOS...", que bonito era cuando nos echaban de menos, que bonito será cuando quien aun no conocemos nos eche de menos...

30 abril, 2010

Justicia poética

Tenía ganas de abordar algún tema no tan sensiblero como habitualmente hago, con un poquito de crítica, intento evitarlos, porque soy más partidario de hablar de las cosas bonitas e importantes de la vida que entrar a valorar cualquier tema de actualidad o de cualquier otra índole. Para eso ya están los telediarios y los debates radiofónicos y televisivos que cada día repudio más, porque para hablar de algo parto de la base de que no tengo razón, cada uno tiene una opinión y pensar que la mía es la correcta y defenderla hasta el punto de vilipendiar la del contrario hasta límites inaceptables no me parece ni lógico y sobre todo productivo, por lo que aunque siempre he sido un ferviente opinador, intento gastar las menos fuerzas y tiempo en estas cosas.

No obstante hoy me apetece, porque he visto y vivido algo que me ha hecho recordar algo que siempre me ha rondado la cabeza y me ha inspirado, así que hoy toca criticar.

Reitero de nuevo y que vaya por delante que es mi opinión lo que aquí voy a plasmar sin ningún afán de adoctrinar ni de entrar en debate con nadie, es la mía y me vale para vivir cada día, si alguien me da la suya diré que es correcta tanto o más que la mía propia.

Leí, hace no mucho, un artículo en la revista Quo que me provocó una sonrisa, decía lo siguiente, “La lotería de empresa siempre se agota porque no soportamos la idea de que nuestro compañero se haga rico”. O sea que no compramos lotería con la ilusión de ganar un dinero y mejorar nuestra calidad de vida, no, nuestra felicidad se basa en que la calidad de vida del prójimo y próximo no mejore. Curioso cuando menos y pensé, muy español el tema esto de la envidia y el mal ajeno, pero he de decir que el artículo explicaba que, aunque mucho más marcada esta tendencia en España, este caso se daba en la mayoría de los países que abarcaba el estudio. No le di más importancia que la de mi risa estúpida ante la lectura de una revista de divulgación.

Ayer tuve un primer deja vu de esta situación, compartía terraza y copa con un amigo cuando me comentó que le parecía exagerada la actitud de algunas personas cuando acabado el partido Barsa-Inter de Milán, con la derrota de la eliminatoria por parte del equipo blaugrana, celebraban la misma como si fuese su propio equipo el que se había clasificado. Oímos cláxones de celebración, vítores y durante el día de hoy en redes sociales, messengeres, televisiones, radios, periódicos, etc. ha sido un goteo constante de celebraciones de la derrota de un rival. De nuevo curioso cuando menos.

Y para cerrar el círculo, esta tarde he vivido un segundo deja vu. He asistido a la final de la liga de baloncesto femenino que se disputaba en Salamanca, para los amantes del baloncesto una auténtica fiesta, no recuerdo un pabellón como el que he vivido hoy y en alguno que otro he estado. En el equipo contrario al local jugaba Amaya Valdemoro jugadora muy visceral, de esas que suelen odiar las aficiones contrarias, pero por encima de esto una jugadora superlativa y posiblemente la mejor jugadora española de todos los tiempos. Yo estaba allí dentro de mi ecuanimidad ya que ninguno de los dos equipos es el “mío”, disfrutando del ambiente del baloncesto y de la bolsa de gominolas que me había comprado, pero un señor muy agradable y educado, todo hay que decirlo, se ha empeñado en hacerse amigo mío. Ha empezado a hacerme comentarios del partido para hacerme entrar en la conversación y yo por no hacer un feo al tiempo y dinero que se ha gastado mi madre en mi educación, he dado mi brazo a torcer y he sido cortés con él y he dialogado amistosamente.

Después de varias frases baloncestísticas e intercambio de opiniones la conversación ha derivado en algo parecido a esto.

- (Interlocutor desconocido) Yo quiero que ganen las nuestras sobre todo porque me caen muy mal Milton(jugadora americana del otro equipo) y Amaya.

- (Yo) Ya hombre, pero Amaya es una muy buena jugadora y ha jugado aquí varios años, tampoco será para tanto.

- (Interlocutor desconocido) Ya pero mira como celebra las canastas, es una chula.

- (Yo) Si, pero Isa (jugadora del equipo local) hace lo mismo en cada jugada y no por eso es chula, lo hace para animar a su equipo y la gente.

- (Interlocutor desconocido) Si, pero esa juega en nuestro equipo

- (Yo) Y cuando Amaya lo hacía en este pabellón con el equipo de aquí, ¿qué era entonces?

- (Interlocutor desconocido) (tras silencio) tienes razón, pero joder, es que no juega en nuestro equipo¡¡

He de decir que el hombre simpático y correctísimo, lo decía como con pena, como diciendo, que si joder, que ya sé que no es así pero que me jode, como intentando averiguar porque su corazón odiaba algo que racionalmente no hacía. Es como un antiguo amor, ¿Cómo vas a odiar a alguien que has querido previamente porque simplemente no esté a tu lado?, vale que no la quieras igual o incluso que te produzca indiferencia, pero de ahí al odio hay un trecho. Quizá ese buen tipo odiaba a esa jugadora porque no la podía querer, sin más motivación que esta. De nuevo por tercera vez curioso cuando menos.

En mi pequeño paseo del pabellón a casa he estado pensando sobre esto, lógicamente porque me había quedado sin gominolas si no, no creo que hubiera pensado en nada. Y no es un tema de envidia pura y dura si no más bien una falta globalizada de empatía. Según la RAE.

empatía.

1. f. Identificación mental y afectiva de un sujeto con el estado de ánimo de otro.

Y esto sí que es profundamente español, como las tapas, los toros o el fútbol. Nos encanta ganar nosotros o nuestros equipos, pero lo que realmente nos excita es que el rival pierda. Queremos ser felices, pero exactamente un poco más que nuestro vecino, cuñado o hermanos y compañeros de trabajo, con eso nos vale. Nos hacemos de Schumacher para que cuando gane reírnos de los que son de Alonso, incluso de Federer para cuando palme Nadal y así mil ejemplos que imagino os estén bombardeando la cabeza. Si hasta somos de Belén Esteban o Campanario¡¡¡

Igual me equivoco, pero es que no me imagino a un suizo que sea de Nadal, me cuesta, o un italiano que sea de Lorenzo y no de Rossi o que se yo un argentino que prefiera a Cesc antes que a Messi. Pues mira en España pasa, somos así y nos quedamos tan contentos.

Nos molestan los mitos, nos joden los buenos cuando son “de los nuestros” porque no somos nosotros.

Pero bueno en esto entraríamos en el debate de gustos y como para gustos los colores pues a callar, pero lo que me molesta sobremanera es que no seamos capaces de ser conscientes de la gente extraordinaria, de la gente que ha conseguido ser el mejor o de los mejores en lo suyo. A esa gente hay que valorarla, hay que aplaudirla, hay que tratarla como se merece alguien que ha destacado, porque no les ha caído del cielo, porque se lo han currado y mucho, seguro, porque no nos sobra gente extraordinaria en este país, es más nos falta, pero los que hay los hundimos, a los inteligente los llamamos listillos, a los que celebran algo por lo que han luchado toda una vida los llamamos chulos y a los que no sabemos cómo definirlos, pues suertudos.

Me emocionó hace muy poco el fallecimiento de don Miguel Delibes, genio en lo suyo, preciosa y emotiva la devoción de los vallisoletanos en su capilla ardiente, eso sí, somos justos cuando mueren nuestros genios somos unos caballeros, las cosas como son, pero en vida no reciben normalmente la aclamación popular. Porque podíamos ver las listas de libros vendidos en los últimos años, seguro que Harry Potter y Stig Larsson y otros muchos “grandes literatos” estaban por encima del nuestro.

A Maradona en Argentina le perdonan haber sido cocainómano, haber protagonizado infinitos escándalos, ser mal entrenador, todo, porque fue lo que fue, sin embargo aquí tenemos a un jugador que se llama Raúl, que nació en un barrio obrero, que ha tenido una mujer y cinco hijos, que ha batido todos los records habidos y por haber, sin un mal gesto, sin una sola expulsión en su vida, pero que tiene dos defectos imperdonables, ser español y no ser nosotros.

Pues a mí me gusta la gente extraordinaria, no los envidio, los aplaudo y los respeto, me alegro del que haya triunfado porque estamos todos en la lucha, porque no saldré nunca en una portada de nada, ni podré dedicar un premio a mis padres, ni apareceré en un libro de texto escolar, pero si lo hiciera gritaría como hizo Alonso cuando ganó su campeonato del mundo, celebraría los tantos como Nadal, dedicaría mis éxitos a mis padres aunque el regidor me diga que no lo haga y daría un brazo y una pierna porque cuando me muera la plaza mayor de mi ciudad estuviera llena de gente a ver mi féretro y lloraran sin conocerme personalmente.

En último lugar, contaré lo que ocurrió poco después de la conversación arriba descrita.

Quedarían como 30 segundos del partido que estaba viendo, dos puntos arriba para el equipo visitante y de repente Amaya Valdemoro, coge el balón, finta a una rival da un bote, se para y tira un triple con la defensora punteándola y …TRIPLE, decidido el partido y el título de liga para su equipo. En un alarde de deportividad y de coraje, ya que estaba rodeado de cientos de aficionados del equipo local, he aplaudido, porque me parecía justo, porque aquella jugadora acababa de hacer una jugada extraordinaria, al alcance de muy pocos, ese tipo de canastas que yo soñaba meter cuando entrenaba tirando solo ante una canasta. Entonces he mirado a mi derecha y el señor con el que había conversado estaba aplaudiendo, justicia poética he pensado, por fin estaba expresando aquello que realmente pensaba, no la odiaba, tampoco la quería, pero que buena es y qué pena que no juegue en mi equipo.

Creo que en el fondo, a veces odiamos a la gente extraordinaria porque cumplen los sueños que cada uno teníamos y no hemos podido cumplir. Yo he soñado miles de veces con un pabellón lleno de gente gritando, chillando, 4 compañeros y cinco rivales y tirar ese triple y meterlo. Y el que diga que es un gesto de falta de respeto el celebrarlo, diré que, una mierda. Si después de una vida jugando al baloncesto, de haber gastado miles de horas en un pabellón, de que las haya perdido mi padre esperando a que yo entrenara, de perderme todos los fines de semana cuando mis amigos salían de fiesta porque tenía partido, de horas perdidas en autobuses o aviones en desplazamientos, de horas de gimnasio, de dieta, de lesiones y malos ratos, si después de toda una vida dedicada a algo, lo consigo, como haya un tipo que no sabe ni lo que es el deporte al que juego, que se ha comprado una entrada porque su amigo va todos los días y no quiere quedarse solo , tiene los cojones de decirme algo por celebrar algo que me he ganado con el esfuerzo de una vida, lo mato, sería para agredirle físicamente y con razón, pero no, nos cagamos en la madre del que se ha esforzado, esa madre a la cual yo hubiera dedicado mi canasta.

Yo he sido bueno en alguna de las cosas que he hecho en mi vida, pero nunca he sido el mejor y no me importa, por eso me ha encantado aplaudir a alguien que si ha sido la mejor en lo suyo, en el fondo igual también la odio un poco…



22 abril, 2010

el amor que no ha fructificado, a veces es el mas bonito

Andaba viendo a Buenafuente el otro día y tuve la suerte de que el invitado de aquella noche se trataba de una persona que siempre me ha interesado un montón. No es muy conocido, es decir no es un famoso al uso o una cara reconocible por la mayoría del público, se trata de Albert Espinosa.

Para los que desconozcáis a esta persona, os diré que se trata de un actor, guionista, escritor…, alguien muy polifacético, entre otras cosas y quizá la más reconocible sea la de ser el guionista de Planta cuarta, película española que versa sobre la vida de niños enfermos de cáncer en un hospital. Tiene una peculiaridad esto y es que esa historia es autobiográfica ya que el susodicho sufrió en sus carnes dos cánceres diferentes cuando era niño y tiene una pierna amputada, herida de guerra de su lucha contra el cáncer.

Presentaba un nuevo libro que ha escrito y del cual estoy detrás, porque cualquier persona que haya escuchado a hablar a esta persona se queda enganchado a la sencillez, inteligencia, positivismo que emanan sus palabras. Es de las personas que no te cansas de escuchar durante tiempo, que de todas las experiencias que habla ve su lado positivo, que no se regodea en su sufrimiento ni cae en el victimismo si no que se ríe y hace reír, esa gente necesaria, porque ha luchado y porque ha vencido, porque no llora por lo pasado si no que sonríe por lo que le pueda ocurrir en el futuro. Si podéis seguirle la pista hacedlo, merecerá la pena.

Me gustó toda la entrevista, pero hubo una frase que se quedó grabada, “El amor que no ha fructificado, a veces es el más bonito”.

Y es que últimamente, en mi faceta de escuchador de gente se repite constantemente la misma problemática, la existencia o ausencia de pareja (amor). La primavera debe de ser, me digo a mi mismo, o la edad, la cual ya nos pide quizá alguien con quien compartir nuestro tiempo, vivencias o ratos de cama. Y están los que están contentísimos con lo que tienen, los que empiezan ahora y emanan intensidad, los que buscan y no encuentran, incluso los que no buscan. Cada cual tiene sus dudas diferentes a las de los otros y sin embargo muy parecidas. Lo que es el denominador común es que es eso aquello que quieren transmitir, que ocupa sus pensamientos y su tiempo, por lo que se convierte en lo más importante, aunque no lo quisieran muchas veces.

Como decía el verso de Kirmen Uribe, ven y pondremos verdes a los vencedores, no lo haré porque me alegro de los vencedores en estas lides, sin embargo quiero centrarme en los que aún no han triunfado, porque son los que me interesan.

Veo gente a mi alrededor desorientada, algunos por ejemplo, porque después de mucho tiempo han roto una relación y no saben qué hacer, intentan volver a la normalidad de una vida sin pareja, de la falta de rutinas, de querer romper de forma drástica con una forma de vida que le recuerda aquello que ya no tiene, de volver al mercado y sentirse desubicada, de seguir queriendo a una persona que no quiere querer…es duro, muy duro, seguro que lo es.

Luego está la persona que ha decidido quien debe de ser su pareja, pero que no le corresponde. Este es un caso diferente, porque no vive de recuerdos si no que vive de ilusiones y las ilusiones son sueños, no son realidad, con lo cual pueden ser más bonitos pero si no se cumplen suelen ser muy dolorosos. Su vida pasa sin ningún tipo de peso, no hace nada que no sea aquello que la otra persona pueda ver como un detalle, como un signo de querer estar con ella. Se aliena en cierta forma, se “convierte” un poco en la persona que sabe que le gusta a su posible, se olvida de quien es, de que hacía normalmente y de la gente con la cual lo hacía, es Napoléon intentando conquistar el mundo, el objetivo le aleja de la realidad, el mal que pueda producir a sus cercanos son simplemente efectos colaterales, que son justificables porque el objetivo es tan supremo que el resto es vulgar. Esto es peligroso a veces, porque Napoleón acabó derrotado y solo en una isla, sin su objetivo conseguido y perdiendo mucho más que el mundo que quería conquistar. No se explica porque no ve las virtudes que le hacen único, no entiende porque no la elige a ella antes que a cualquier otra persona, no es objetivo, no lo quiere ser, no lo necesita y no quiere. A estos amigos o conocidos que me lo cuentan o que me piden opinión, me encantaría saber que decirles, pero no lo sé, es más dudo que haya respuestas y si las hubiera posiblemente no serían las que quieren escuchar por lo cual nunca les van a ayudar. Lo único que se puede hacer es quedarse a un lado, apartarse sin irte, porque es su guerra y poco puedes hacer, esperando o bien a que sea la persona más feliz al conseguirlo o tener la mercromina preparada para el golpetazo que se pueda dar. Para estos una frase muy bonita: “arrastro conmigo una cadena de sueños…ojalá te suelte y se te cumplan”

Otro perfil que se da en ciertas ocasiones es el de la persona que directamente reniega del amor, este es un caso que siempre me ha parecido harto curioso, porque aquel que reniega del amor ha tenido que saber que es el amor y si ha sido el del bueno, me resulta muy difícil creer que no quiera repetirlo, se puede haber equivocado de persona pero no creo que se equivocara de sentimiento. Por lo que siempre he pensado que no deja de ser un estado de locura transitoria y sanable así que intento mitigar su desazón pero con el sentimiento interno de no preocupación ya que es resoluble en un período, muchas veces no muy largo.

El último de los casos que se me repite en cercanos es el de querer enamorar o enamorarse, el de tener una predisposición a ello y no saber qué hacer para solucionarlo. Viven en un estado de ansiedad difícil de controlar, es un caso parecido al del enamorado, pero sin objetivo concreto lo cual, es menos doloroso y menos costoso en tiempo y pensamientos, pero que estresa sobremanera las mentes. Cualquier persona puede ser un objetivo, por lo que se muestra constantemente, exagera su forma de ser, sus virtudes, hace mil cosas, está en mil sitios, anda desbocado, a veces se enmascara de salido o perseguidor de la mayor cantidad de parejas posibles como casting de lo que realmente quiere, una y solo una, una persona a la que dedicar todo aquello que no puede compartir con nadie, a la cual agasajar con regalos, con cenas bonitas, con la cual ver una película abrazados, con la cual pasar una noche de pasión y una mañana de descanso, un compañero, un amante, un todo.

Lo que une a todos estos casos, es el ser querido y querer, como refutación de nuestra propia manera de ser, por eso nos duele y mucho nuestra situación, porque cuando alguien no quiere estar contigo, implícitamente lo que nos dice es que nuestra forma de ser no le vale y eso es lo que no podemos asimilar o cuando menos nos cuesta. El amor es egoísta, cuando estamos con alguien estamos felices con esa persona, pero en el fondo estamos felices con nosotros mismos, le valgo, existe la persona en el mundo a la cual mi forma de ser, mi físico, mi visión de la vida, todo le vale, le vale y a mí me vale la suya. Pero cuando no tenemos a alguien al lado de lo que dudamos es de nosotros mismos y eso es muy duro, mas a estas alturas de la vida que ya sabemos más o menos como somos y nos gustamos, porque ya somos así y es producto de años de formarnos como personas.

Si hubiera respuestas las pondría aquí, pero no las tengo, paciencia es la única fórmula, paciencia, sólo espero que todo el que busque encuentre y el que haya encontrado que le dure, el único consejo que me gustaría dar es que, no elijamos al primero que pase, que no nos conformemos, que esas ganas no nos hagan conformistas, que cada uno valemos un montón y que debe ser otra persona que valga mucho la que nos disfrute, que las prisas son malas consejeras y que sólo hay que esperar y saber discernir que personas valen la pena y cuáles no, porque si nos equivocamos, además de haber perdido el tiempo, podemos perder cosas que no deberíamos perder nunca, amistades que luego no vuelvan, momentos que no podrás vivir nunca más y estas cosas si podemos conseguirlas todos los días.

Llegando a este punto, mi familia y amigos estarán pensando que en qué grupo estoy yo. Pues bien, estoy en un punto en el cual no tengo amor ni cariño para nadie en estos momentos, me lo he gastado todo, me lo gasto en mis peques del baloncesto, me lo gasto en los besos de mi madre y mi tía este fin de semana, en las conversaciones con mi padre y mi tío, en desayunar con Fidel y Fernando un jueves santo, en un sábado con Peni y Jalbert, en saber que renuevan a Chema, en jugar al Catán con Posti y compañía, en saber que es de la vida de Cris por León, en no saber cómo pedir perdón a Manu por mi ausencia, en pasármelo genial con las zarinas zamoranas, en que Domin me pida minutos cada vez que me ve, en hablar en inglés con Michelle, en ver a menudo a Mariano, en echar de menos a Aspi, Barru, Mario…, en hablar con Carol de su culo gordo, en ver fotos de mis primillos creciendo, en ver la baba cayendo de Carmen hablando de su sobrina, en ver baloncesto del bueno y del malo, en leer y en escribir, en tantas cosas y tan plenas todas que ni con todo el tiempo del mundo como tengo me da la vida.

Como tengo todo esto y muchas más cosas en mi día a día, no me preocupa quien me acompaña, seguro que llegará.