16 junio, 2009

Nueva función

Nos aferramos al pasado, nos cuesta evolucionar, vivir sin contar con lo que sabemos, con lo que hemos vivido, con lo que hemos sentido. Nos aferramos al pasado, pero de forma selectiva, recordamos los buenos y los malos momentos, sobre todo los muy buenos o muy malos, no distinguimos, recordamos el primer beso pero también recordamos el golpe que nos dimos con la bici y del cual podemos hasta llegar a sentir parte del dolor de aquel día. Esto los expertos dirían que es evolución que nuestra mente recuerda los malos momentos para que podamos prever los futuros y evitarlos. Son expertos y nadie les va a llevar la contraria, el ser humano ha evolucionado gracias a acordarse y poder adelantarse a lo que va a ocurrir, tenemos la capacidad de imaginar y eso nos hace la única raza “inteligente”. Esto, dicen los mismos expertos, es aquello que nos diferencia sustancialmente del resto de especies, más aún que lo que digan los genes.

También somos optimistas, en el fondo lo somos, también como especie, al fin y al cabo algún antepasado nuestro de esos con lanzas y pelos por doquier que vivía en cavernas, se le tuvo que ocurrir un día decir al resto que podían matar a un mamut, que era posible, que debían intentarlo. Estaba siendo optimista. Será muy probable que así de primeras observaran la pequeña diferencia de tamaño y de mala uva que, a todas luces, beneficiaba al animal de colmillos y es probable también que el resto del grupo no compartiera tal optimismo, simplemente porque la idea de morir en la boca de un animal salvaje no creo que fuera del gusto ni de nuestros antepasados. Pero hubo un optimista que seguro insistió y convenció al grupo de que se podía, ese primero y muchos más la palmarían, pero alguno acertó y lo mismo estamos hoy aquí gracias a alguno de esos “locos” optimistas. La lista de optimistas de la historia refuta esta teoría, está la persona que puso el nombre de la “Armada invencible” a un grupo de barcos, está el que pensaba que Ramoncín sacaría un disco bueno, está el que votaba a Naim Thomas para que ganara Operación Triunfo, el que pensaba que el Barsa ganaría una Final Tour contra Kukoc, todos optimistas. Hasta yo creo que un día de estos me levantaré y tendré que soplar para quitarme el cabello de los ojos porque no me deja ver. En el fondo somos optimistas.

Y aquí se juntan los dos caminos, que pasa cuando el recuerdo, la imaginación y el optimismo se juntan. Todos estamos automáticamente recordando buenos momentos o imaginando cosas maravillosas, cosas buenas, no olvidemos que somos optimistas.

Esto que nos ocurre es maravilloso y a la vez malo. Nos distorsiona la percepción de las cosas, esta mezcolanza de optimismo y esperanza suele hacernos, a la larga sentir desafortunados, frustrados o infelices.

Nos gusta pasarlo bien, nos gusta que todo aquello que hacemos sea agradable, sea feliz y por ello nos generamos expectativas siempre felices, nos apoyamos en los refuerzos positivos de nuestra vida, en la experiencia vivida en torno a lo que nos sucede, pero aferrándonos a lo bueno, lo malo pasó pero se puede remediar, es lo bueno lo que ocurrirá. Para que vivir no sea una losa debemos pensar que aquello que vamos a abordar vaya a ser bueno, debemos partir con la idea de que saldrá bien, optimismo no siempre objetivo. Cada vez que vayamos a salir, aunque sepamos que muchas veces no hemos disfrutado, que hemos visto las mismas caras en los mismos bares, que hemos acabado vomitando o mareados y pasando una resaca de espanto, aunque la lógica diga que lo normal es que no nos guste hoy salir, nuestra mente descarta estos argumentos como banales y te refuerza aquellos que son buenos, la noche que pillaste con aquella inglesa facilona o la noche que acabaste con tus amigos desayunando en la cafetería de la estación de trenes o la noche que acabaste bailando mientras amanecía en una playa de fina arena, nuestra mente nos marcará esos recuerdos, nos forzará a ser optimistas a salir, a intentarlo. Imaginamos en positivo para vivir felices.

Esto nos condiciona y nos hace vagos, queremos repetir aquellos momentos felices que ya hemos vivido, aquellos que ya hemos filtrado y analizado como buenos para nuestra vida, que nos hicieron ser felices, no arriesgamos, no imaginamos más allá, no nos ilusionamos con nuevas aventuras si no con repetir perpetuamente aquello que sabemos que nos vale. Eso nos suele bastar para pasar una buena vida, una vida plena, pero hay veces que dudas de esto, yo lo he hecho recientemente, y comparto mi punto de vista, me intento desligar de los momentos buenos vividos, intento centrarme en los futuros y no es fácil, 28 años son pocos en edad pero muchos en vivencias y no quiero dejar de tener presente todo aquello que me ha colmado pero quiero que eso me ayude al futuro no que me condicione.

Me encantaría volver a ser aquel niño al cual todos felicitaban por jugar bien al baloncesto, me encantaría, sueño con volver a jugar a baloncesto y me imagino tirando una canasta meterla y abrazarme a Fidel y Fer celebrándola, me imagino juntándome con unos amigos y hacer un bidón de 5 litros de calimocho con mora y volver a hablar con aquella inocencia y aquel desconocimiento de la vida, vuelvo con la mente a mi residencia de estudiantes y me veo todas las tardes jugando aquellas interminables partidas de guiñote, recuerdo cada segundo del día que aquella, hasta hacia poco desconocida y lío de una noche, se dormía en mi vientre en el sofá de su casa y descubres que confía en ti que no eres el consolador humano de dos noches, recuerdo cuando mi madre me daba un beso de buenas noches, joder si lo recuerdo.

Llevo intentando años viviendo intentando repetir esos mismos momentos, he pensado en volver a jugar y en hacer un bidón de calimocho cada vez que nos juntábamos y en jugar al guiñote con amigos y en pedirle a mi madre que me bese aunque lo único que me una a ser un niño es que tengo el mismo pelo que ellos. Pero la vida me ha dicho que no, que eso está ahí pero que es pasado, que no volveré a jugar ni a estar a nervioso en un vestuario, ni celebraré una canasta con Fer ni Fido, que el calimora me resulta muy dulzón y que el guiñote sin estar en esa cafetería no es lo mismo, que ella se acurruca en otro vientre y que soy muy mayor para que mi madre me de besos antes de dormir. Sin embargo mientras yo intentaba repetir aquello que sabía que me ha hecho feliz, la vida a empeñado en seguir dándome oportunidades, y me ha llevado a Mallorca y me hizo conocer a la mejor jefa del mundo, y me llevó a Pamplona y me dio tres ángeles que me hicieron cada día especial, y he visto a la novia de Posti y veré a Chema con trabajo y Barru tiene casa y Manu trabaja en lo que le gusta y Valiente me sigue pegando cuando está borracho y Fidel trabaja en traje y corbata y Fer tiene una novia de muy lejos y vive en Londres y me hizo conocer a Lacris, Jalbert, Sucio, Peni, y así hasta el infinito, los nombres de los que faltan en esta lista no son menos importantes, al contrario alguno que no pongo y alguno de los que aparece sabe que es muy especial pero que me da vergüenza a veces reconocerlo.

Así que he llegado a una conclusión, optimista por supuesto no podía ser de otra forma, y es que no quiero imaginar como puedo ser feliz, que no puedo repetir en el tiempo los momentos agradables y mágicos porque no se puede, porque no sabemos donde ni cuando está aquello que se sume a los ejemplos dichos antes, que las personas que han pasado por mi vida en los momentos que han pasado son únicos en su tiempo y en su espacio, pero que los quiero en este tiempo y en este espacio, de la forma que sean, que quiero volver a verte Tsartas aunque no estemos en la facultad ni estemos poniendo motes a las chicas de la uni, que quiero juntarme con Fido, Fer, Barru, Aspi, Mario, Mariano aunque nunca más bebamos ron blanco en una casa de pueblo ni nos volvamos a preguntar a que hora se pone el pan duro, que quiero volver a veros Beni, Eduardo, Pedro, Alberto, Cristina, Borja, Monika, Nebreda, Charles, Arturo, Labra, Madri, Val, Manu, … sea para tomar algo y saber como os va la vida o compartir parte de vuestro tiempo, que quiero a los mismos actores y alguna joven promesa en mi nueva película, sólo cambiaremos los escenarios y en algún caso los papeles, pero que os quiero ver allí, no sabremos el argumento, y da igual que sea comedia o drama, aventura o miedo, lo único perdonadme si llego tarde a alguna función, acordaros siempre de las que hemos vivido y recordadlas, os daréis cuenta que tarde o temprano siempre he llegado y siempre llegaré, o lo intentaré.

Si, soy un optimista y un soñador, es fácil, nos sale de forma natural, pero ahora sólo imagino como será hoy, porque si miro más allá me da vértigo.

Le pediré a mi madre que me vuelva a dar un beso antes de acostarme, hoy lo necesito.

3 comentarios:

ana dijo...

Buena, bonita y realista reflexión. Muy acorde a tu situacion de cambio. Me ha gustado mucho.
Tendrás los actores, escenarios y funciones que tu quieras tener, porque tu eres el director de tu pelicula.
Espero ser una actiz más, aunque sea con un pequeño papel o por lo menos estar cerquita para q me narres ese drama o aventura...y recordarlo de nuevo sin q te condicione para futuras y felices funicones.
Un besote

Anónimo dijo...

Que capullo... hacia mucho que no lloraba macho...

beni dijo...

Hola! Te he hecho caso y he entrado en tu blog. No está mal...